Hay diferentes tipos de ceremonia de cacao, pero en Yosi Ocha solo se realizan aquellas de la tradición de los Meraya Shipibo-Conibo, tal cual las practicaba el abuelo del Maestro Heberto. Su origen se remonta a un ancestro Meraya que tenía una plantación de cacao, y antes de convertirse en Meraya, ya tenía gran conexión con las plantas, especialmente con el cacao. A través del cacao, el sentía una fuerte conexión entre mente y corazón y veía en la energía del cacao la clave para una mejor relación de los seres humanos entre ellos y con los animales. Este ancestro descubrió mediante el cacao, que venimos al mundo cien por ciento cargados de energía y conectados con todos los elementales de la tierra pero, con el pasar de los años, esta conexión va desvaneciéndose.
Se dice que era un hombre muy afortunado, que vivía una vida feliz con su mujer y sus siete hijos, hasta que una extraña maldición cayó sobre su familia. Sus hijos fueron muriendo uno a uno y luego su mujer. Él se encontraba desesperado y había tomado la decisión de quitarse la vida, ya que pensaba que de todos modos la muerte vendría por él también. Para ello había preparado una taza de veneno y también una taza de chocolate, porque quería oler su aroma por última vez para despedirse de sus plantaciones de cacao que tanto placer le habían brindado a lo largo de su vida. En cuanto tomó el primer sorbo de cacao, sintió su energía y oyó una voz que le decía que beba más para que pueda enseñarle el camino correcto. A medida que iba bebiendo más iba entrando en un trance profundo y recibiendo información hasta llegar a lo más profundo de su corazón y sentir gran amor por la vida y la necesidad de ser un servidor.
Aquél día su vida cambió completamente, tomó la decisión de ser un curandero y fue dietando diferentes medicinas hasta convertirse en un Meraya.

El espíritu del cacao nos ayuda a soltar el dolor acumulado por las muchas perdidas que hemos sufrido a lo largo de la vida, a la vez que redirecciona el amor hacia uno mismo, hacia las plantas y la naturaleza en general. También nos enseña que cuando la mente y el corazón de las personas están desconectados, van en contra de la naturaleza y la Madre Tierra dando origen a los desastres ecológicos. El espíritu del cacao es amor en estado puro, es el espíritu del cariño y de la paz. Mediante el espíritu del cacao nuestra alma puede perdonar a quienes nos han hecho daño y nosotros mismos podemos ser perdonados. El cacao nos da fuerza e ilumina nuestra aura.
En las ceremonias de cacao elaboramos el chocolate de forma artesanal utilizando las semillas del cacao en combinación con otros aromas y sabores como puede ser canela, manzanilla, menta u otras infusiones aromáticas. El maestro canta ícaros, como el “kushun”, mientras se inhala el aroma del chocolate, y la conexión de ambos activa las energías de los participantes. La bebida es “ícarada” (programada) por el chamán para que, al ingresar al cuerpo de cada participante, él pueda hacer su trabajo y llegar allí donde residen los males. Generalmente, a los 45’ ya se puede sentir el efecto del cacao el cual puede durar alrededor de una hora. Las personas muy sensibles pueden sentir que su corazón late con más fuerza, pero en general, el cacao hace que uno se sienta lleno de vida, fuerza y alegría. Generalmente no hay visiones, aunque algunas personas pueden recibir algún tipo de información visual, pero lo habitual es que el trabajo se haga más a nivel energético y emocional. A diferencia de la ayahuasca o el San Pedro, el cacao es muy suave, trabaja con mucho cariño y deshace el dolor desde su lugar de amor puro.
Al finalizar una ceremonia de cacao, la mayoría de los participantes tiene un sentimiento de regeneración, como si despertaran a una nueva etapa de la vida que tiene más sentido. Es muy recomendable para aquellas personas que sufren de depresión o que cargan con traumas de infancia. El cacao limpia especialmente los bloqueos en el amor mientras el chamán va cantando los diferentes cánticos.