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LA HISTORIA DETRÁS DEL INSTITUTO

El Instituto Peruano de Chamanismo y Medicina Natural (IPCHAMENA) ha sido posible gracias a las extraordinarias habilidades y la visión de un hombre, su fundador, el Maestro Heberto García, o Niwen Coshi – su nombre en el idioma Shipibo.

La tribu Shipibo-Conibo, originaria de la cuenca del río Ucayali al sur de Iquitos, es reconocida por haber sido los guardianes de las prácticas más puras y de los secretos más poderosos del chamanismo amazónico. También, han desarrollado un sistema de medicina natural para la cual se cuenta con la inmensa variedad de plantas propias de la zona. A lo largo de incontables generaciones, esta tradición se ha perfeccionado y mantenido viva entre las diferentes etnias de la Amazonía occidental, enviando a sus aprendices a recibir iniciaciones a otras tribus, para así completar su arduo proceso de aprendizaje guiados por su maestro.

El Maestro Heberto tiene en su linaje una extraordinaria cantidad de onanyas y merayas (maestros chamanes). Un Meraya es el noveno y el más alto grado al que puede alcanzar un chamán. Ellos son capaces de hacerse invisible o cambiar de forma, por ejemplo, hacer que otros les vean como el legendario jaguar.

Actualmente se desconoce la existencia de Merayas vivos entre estas tribus, siendo Yosi Ocha (o Guillermo Ramírez en español), el abuelo materno y mentor del Maestro Heberto, el último de los Merayas conocidos.

YOSI OCHA – EL ÚLTIMO DE LOS MERAYAS SHIPIBO

Don Guillermo Ramirez, alias Yosi Ocha, el último Meraya Shipibo

Cabe destacar el importante rol que ha cumplido Yosi Ocha a nivel político y educativo. Ha colaborado con organismos nacionales e internacionales como el Instituto Nacional de Cultura de Perú y UNESCO con el fin de mejorar las relaciones entre los indígenas de las tribus de la Amazonía y las instituciones nacionales atendiendo el reclamo de territorios y luchando incansablemente en defensa de la lengua Shipibo y una educación bilingüe. Esta pasión y compromiso por defender la tradición y cultura de su pueblo se ha mantenido viva desde su temprana juventud, cuando la fiebre del caucho atrajo una miríada de hombres poderosos que han tratado a los nativos como a esclavos. No es de extrañar que el verdadero esplendor de sus poderes chamánicos era un secreto muy bien guardado fuera de su pequeña comunidad local.

Tradicionalmente, el conocimiento chamánico se ha transmitido de generación en generación por via oral, poniendo gran énfasis en los secretos chamánicos. Con la muerte de Yosi Ocha en 2006, se habían perdido los secretos más exaltados de los Merayas; o al menos, eso parecía hasta que el Maestro Heberto fue guiado a excavar en la casa de su abuelo. Si bien era sabido que Yosi Ocha era un prolífico escritor sobre temas culturales y políticos, nadie había sospechado que también había trabajado minuciosamente y en secreto, registrando hasta los más mínimos detalles sobre los rituales y procedimientos chamánicos, conocimiento reservado hasta entonces solo a los Merayas. Este fue el legado que dejó a su nieto.

Durante treinta años, el Maestro Heberto había atravesado por difíciles pruebas para ser formado y desarrollarse en el arte del chamanismo. A partir del año 2000, ha comenzado él a ofrecer retiros de sanación y a formar futuros curanderos, en su maravilloso refugio familiar en la selva. En 2014, con la fundación del Instituto Peruano de Chamanismo y Medicina Natural, comienza una nueva etapa centrada en ayudar y enseñar a aquellos en búsqueda de sanación y transformación espiritual, así como en la conservación y difusión de este invaluable legado.

Al maestro Heberto le gusta especialmente enseñar las prácticas milenarias y tácticas de los Merayas. Yosi Ocha es el único centro que practica este tipo de curanderismo, y la preservación de esta tradición ha sido uno de los principales objetivos de la fundación del centro. El Maestro Heberto ha asumido la responsabilidad que le otorgó su abuelo, quien le formó desde pequeño con amor y mucha disciplina, inculcándole no solo la pasión por sanar a otras personas, sino la misión de preservar este arte.